El derecho de los hombres a no ser funcionales
La sociedad no le exige a los hombres ser funcionales, y a qué me refiero con esto, pues que desde la infancia al hombre se le educa distinto que a la mujer, a cada uno se le muestran los comportamientos “apropiados” y desde pequeños observan de acuerdo a la dinámica familiar el rol que tienen cada uno.Se les enseñan valores que serán fundamentales en su desarrollo en sociedad y pareja, se asume su heterosexualidad, se asume su fuerza física, se les alienta a ser intrépidos, ágiles, rápidos, valientes, deportistas, entre otros.
Pero poco se les enseña a expresar sus emociones y sentimientos, sobre todo cuando se trata de aquellas usualmente asociadas a lo femenino, como el llanto, expresiones de amor tales como abrazar, besar, decir abiertamente te quiero o incluso dar cumplidos a otros hombres.
De ser posible no mostrar sus sentimientos o emociones, solo su enojo o coraje, que son usualmente aceptadas como masculinas, sin embargo, es importante aprender a lidiar con el enojo.
Poco se les enseña sobre cocina, limpieza, cuidado de los niños o contribuir en el hogar, pues dentro de la dinámica familiar, en Latinoamérica al menos, esas tareas son hechas por las mujeres, y lo que el hombre hace se considera “ayuda”. La gentileza, amabilidad o ser atento con los demás parece ser exclusiva de las mujeres.
Aunque pareciera que eso ya no pasa, sí sucede todavía en muchos hogares, debido a que se repite de generación en generación. Si desde la niñez, los niños observan que solo las mujeres cocinan, sirven y limpian, cuando crezcan será normal quedarse sentados.
Esto lleva a los hombres a no desarrollarse como adultos funcionales e independientes que puedan por sí mismos cuidar de ellos, su hogar y seres queridos.
Hay un montón de videos en internet donde se muestra que departamentos habitados por hombres están en un estado de negligencia, por ejemplo una chica escribe en la descripción “cuando tu madre dejaba que tu hermano se saliera con la suya sin hacer nunca las tareas del hogar mientras crecías”, y muestra el apartamento de estudiantes hombres con tenis tirados en el suelo, trastes sucios de más de una semana, estufa sucia, básicamente un apartamento desordenado y desaseado.
Siendo la constante, otro departamento de chicos de universidad desordenado sobre todo en la cocina, con platos sucios, departamento con condones en lugares a la vista, basura y desorden con pelos en el lavabo del baño, un entorno desagradable con un carrito de súper en el pasillo y ropa sobre el o la típica foto del colchón en el suelo.
No digo que el desorden y suciedad es exclusivo de los hombres, sin embargo, cuando estos se mudan, cabe una mayor probabilidad que por su falta de costumbre a hacer labores del hogar, asuman que alguien más las hará por ellos, intencionalmente o no.
Debido a que en su casa, primordialmente su madre era quien limpiaba por ellos, cocinaba, lavaba, etc., e incluso lo siguió haciendo cuando el hijo se “independizó”.
Y cómo todo, hay excepciones y no todos son iguales, como esta chica quien encontró el baño limpio y organizado de la casa de un chico, diciendo que hay esperanza.
Incluso en redes hay videos y comentarios de hombres quienes dicen que hasta que llegó su novia se dieron cuenta de la importancia del uso de sábanas o productos de higiene, como crema corporal, que nunca habían usado por creer que no lo necesitaban.
Sé que no es así en todo el mundo, pero construir masculinidades sanas es nuestra responsabilidad, como hombres cuestionar el porqué de cómo son las cosas y como personas hacer notar estas cuestiones incómodas, pero necesarias.
¿Qué roles vienen asociados al ser hombre o mujer?
Hay una brecha que divide lo que debe hacer o no una persona dependiendo de su género, y esta pequeña brecha se llama: roles de género. Un ejemplo de esto es que las mujeres son cuidadoras y por esta creencia la mujer ha asistido al hombre como parte de su vida.
La tiktoker Julia Didriksson menciona cómo le llovió hate porque preguntó qué hacían los hombres mientras las mujeres estaban tratando de deconstruir el amor romántico, y le sorprendió los comentarios que le hicieron: “pues estamos trabajando”, “pues estamos ganando dinero”, “estamos llevando el pan a la mesa” y menciona que es interesante porqué la socialización que tenemos en torno al amor es sexualizada, mientras que a las mujeres se nos socializa para que tengamos muchas tareas de cuidado y en torno al amor y a los hombres se les socializa para que cumplan un rol de proveedores y recalca cómo las mujeres también trabajamos remuneradamente hace un tiempo.
Los roles de género nos limitan en el comportamiento, y las relaciones con otras personas, y de alguna manera la responsabilidad afectiva queda inclinada hacia la mujer, pero la verdad es que todos debemos ser conscientes de cómo afectan nuestras acciones a los demás.
Un factor que favorece esta creencia es la religión, pues en esta usualmente se cataloga a la mujer como esposa, madre, y responsable del cuidado del hogar, mientras que el hombre es quien toma las decisiones del hogar y provee a la familia.
Es importante repensar la masculinidad y las afirmaciones que les hacemos a las nuevas generaciones.
La UNESCO menciona la importancia de “dotar a las niñas y los niños, las mujeres y los hombres de los conocimientos, valores, actitudes y aptitudes necesarios para hacer frente a las disparidades entre los géneros es un requisito previo para construir un futuro sostenible para todos”.
Pues seguir catalogando a las mujeres con adjetivos como bella, sensible, delicada, y a los hombres como fuerte, audaz, inteligente, dándole a la niña un bebé de juguete y al niño el camioncito solo refuerzan estos estereotipos de género.
Usemos estos adjetivos de manera igualitaria, los niños pueden ser hermosos y las niñas audaces, no los categoricemos solo por su género, porque nuestras expresiones de género no tienen que ir de la mano con nuestro sexo.
Recordemos que las construcciones sociales han sido creadas con los años, cambian de acuerdo a la época y cultura, los hombres también han utilizado faldas, tacones y el color rosa, portándolos como símbolo de masculinidad en la historia, el mundo cambia y la sociedad cambia con él.