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El destripador de Long Island

Un caso lleno de abandono, rabia, soledad y trastornos mentales, algo que su protagonista nunca se imaginaría.


Joel Rifkin y su historia

Joel Rifkin

Adoptado a las tres semanas de nacer debido a que sus padres eran dos adolescentes. Desde muy niño era un ser solitario, nunca tuvo amigos e incluso en el colegio se burlaban de él. Considerado una persona inteligente, estuvo varios años ejerciendo varios trabajos, pero no le duraban mucho.


En 1987, Joel recibe un golpe que cambiaría su vida, su padre, Bernard Rifkin, se suicidó al no poder soportar el dolor que le producía un cáncer que tenía. A raíz de esto él se trastorna y cae en profundas depresiones.


Comienza a relacionarse con prostitutas y a vivir obsesionado por las noticias sobre violencia, prostitutas y asesinos en serie, a los que empieza a considerar 'héroes'.


Dos años después se cruza en su camino Susie, una prostituta drogadicta con la que se pelea y finalmente la asesinara estrangulándola en su casa. Tras matarla, Joel lo limpia todo y la mete en su cama, y duerme con ella.


Al amanecer la llevó al sótano, donde la descuartizó. La cabeza de Susie acabó en un bidón de pintura y el resto del cuerpo descuartizado, en bolsas de basura, además de esto le arrancó los dientes y las yemas de los dedos, para evitar su identificación.


Los restos

Luego de esto, él comienza a recorrer las calles de Manhattan con el coche de su madre, arrojando las bolsas con los restos descuartizados de Susie. Años después el bidón de pintura con su cabeza fue localizado en un campo de golf, pero no pudo ser identificada hasta que el propio Rifkin confeso su asesinato en 1993.


En 1990 llevó a otra prostituta, Julia, a su casa. Esa noche mantiene relaciones sexuales, para después asesinarla, violar su cadáver y descuartizarla. En esta ocasión metió los trozos en cajas recubiertas de cemento, y volvió a arrojarlo por la ciudad.


Un año después la víctima es Barbara Jacobs, a la que estrangula y cuyo cuerpo mete en una bolsa para posteriormente doblarlo y meterlo en una caja de cartón.


El 1 de septiembre de 1991, Joel asesina a Mary Ellen De Luca, otra prostituta drogadicta. Esta última es la que más desconcertó al propio Rifkin, ya que en una entrevista en prisión declaró que le preguntó a Mary Ellen si deseaba morir y esta le contestó que sí y no opuso resistencia cuando la estranguló.


Para el 26 de diciembre de ese mismo año la prostituta y drogadicta Lorraine Orvieto, fue la siguiente víctima, encontrada en julio del año siguiente.


A la lista se suma Anna López en mayo de 1992 y Jenny Soto en noviembre de ese mismo año, pero esta última consiguió herirlo en la cara. Luego de lo ocurrido, Rifkin se tomó un descanso de 15 semanas para recuperarse y replantearse su método de asesinato.


Regresó a la actividad con el asesinato con Leah Evens el 27 de febrero de 1993, a la que entierra, pero lo hizo de forma tan apresurada que una mano de la víctima se veía sobresalir de la tierra.


Detenido y condenado

Finalmente, el 28 de junio del 1993 fue detenido, todo gracias al exceso de velocidad con la que conducía de madrugada. Los agentes que le dieron el alto se acercaron al vehículo de Rifkin, observaron un bulto envuelto en plástico y atado con cuerdas; se trataba de Tiffani Bresciani, una prostituta de 22 años.


Ese mismo día Rifkin confiesa la autoría de 17 asesinatos y lo hace todo sin remordimiento alguno, explicando con todo y los detalles de nombres, localizaciones y formas en que mató a todas sus víctimas.

Después de la terrorífica confesión, su madre dio autorización para que la policía registrara su habitación, donde se localizaron varias docenas de carnets de conducir, fotos, joyas, maquillaje y ropa femenina. En el garaje se encontraron diversas prendas íntimas manchadas de sangre y una sierra con restos humanos.


En prisión el propio Rifkin le contó a su psiquiatra que tenía visiones en las que moría a los 64 años, como su padre y que la razón por la que mataba a prostitutas era para enviarlas al más allá para que su padre no se sintiera solo.


Finalmente, fue condenado a 203 años de prisión, condena que continúa cumpliendo en una prisión aislada, en las montañas del estado de Nueva York.



Hechos coincidentes

En los 2000 sucedió otra historia que va por el mismo camino que la de Joel, sin embargo, hasta el momento no se ha identificado a ningún culpable. Hace más de 12 años, al menos 10 cuerpos aparecieron en Gilgo Beach, Long Island, la mayoría de ellos pertenecían a mujeres.


Las primeras de la lista

Quien encabeza la serie fue Maureen Brainard-Barnes, de 25 años. Desde julio de 2007 que nada se supo de ella. La segunda, Melissa Barthelemy, quien desapareció el 12 de julio de 2009.


Ambos casos comenzaron a hilarse entre sí por una particularidad: dos llamados tuvieron relación con ellos. En el primero, un hombre llamó a una de las amigas de Brainard-Barnes, le dijo que la mujer estaba en un burdel y la describió. Sara Karnes le describió a la policía al hombre del otro lado del teléfono, pero sin demasiados detalles.


La hermana de Barthelemy fue quien atendió la otra comunicación. Amanda comentó: "La atormentaba. Estaba muy calmo. En la última llamada me dijo que la había asesinado". El contacto se había realizado desde dos lugares icónicos de Nueva York: el Madison Square Garden y el Times Square.

Ambas jóvenes eran acompañantes, pero de forma independiente, no tenían jefes a quienes reportar su actividad, sin embargo, fueron halladas enterradas en la misma área de Gilgo Beach, en diciembre de 2010, a 150 metros una de la otra.

Habían sido estranguladas y envueltas en una bolsa, junto a ellas había otros dos cadáveres, los cuales eran los de Amber Costello y Megan Waterman. Su hallazgo fue casual, pues la policía buscaba a Shannan Gilbert.


Durante los siguientes cuatro meses, otros seis restos de cuerpos fueron encontrados en el mismo lugar, incluidos los de un niño y de un asiático, pero los investigadores estaban desorientados. Mientras que las primeras cuatro víctimas estarían enlazadas entre sí, el resto de ellas no tendrían conexión.


Las preguntas eran, ¿son más los asesinos seriales? ¿Por qué justo elegirían el mismo lugar donde enterrar a sus víctimas?


La policía y su investigación

El jefe de Policía del Condado de Suffolk, Stuart Cameron, explicó a People que "estos casos toman tiempo, hay muchas pistas por las que ir. Le puedo asegurar que el caso es de absoluta prioridad, y nunca nos detendremos. Creo que estamos haciendo progresos", añadió.


Los familiares de las víctimas creen que las autoridades no le dedican el tiempo suficiente al caso, quizá por la naturaleza del trabajo de las mujeres.


"Queremos resolver estos casos. Sabemos que estas niñas tenían familias y queremos llevarles Justicia. Así que las críticas son totalmente injustas", dijo Cameron justificando las especulaciones.

Desde diciembre de 2015, el FBI se unió al grupo de investigadores, y en febrero de este año una fuerza especial fue dispuesta en Gilgo Beach. Sin embargo, hasta ese momento la policía no contaba con ningún sospechoso, tampoco detenidos.


Los detectives han creído que se trataba de un pescador, de un vagabundo, de un trabajador de temporadas e incluso de un hombre de negocios. Incluso se hablaba de la posibilidad de que se tratara de un círculo secreto de adinerados que contrataban a prostitutas y mujeres de compañía para realizar fiestas sexuales.


Nada de eso pudo ser comprobado.


Posteriormente se hizo un retrato hablado sobre el sujeto, se hablaba de un hombre blanco de entre 25 y 40 años de edad, es alguien que conocía perfectamente la zona, sabía técnicas de investigación y un coeficiente intelectual elevado. Incluso, se decía que podría tratarse de un policía o un trabajador de servicios de emergencia.


Aunque se tenía esta herramienta, nadie ha sido detenido o revelado hasta el momento, pero a más de 20 años del caso, siguen encontrando varios cuerpos, restos y pistas.



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