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El monstruo de Iztapalapa


¿Existen los monstruos? Por supuesto, viven en nuestro entorno y no necesariamente son espectros con garras largas y afiladas o seres de otros mundos, mucho menos espíritus que aparecen de la nada para asustarnos; los monstruos, son peor de lo que imaginamos.

Por años, la psicología ha investigado el funcionamiento de la mente de un asesino, ¿qué lo lleva a desencadenar actos de crueldad contra quienes encuentran a su paso? O ¿qué les motiva a cometer crímenes tan atroces?


El hallazgo

El 11 de septiembre de 2011 miles de espectadores fijaban la mirada ante un terrible acontecimiento. Un taxista mexicano de 32 años, procedente del barrio de Iztapalapa, fue el protagonista y autor de lo que, hasta hoy, es considerado uno de los actos más infames e inhumanos de que se ha dado testimonio.

No solo mantuvo secuestradas por 7 años a dos menores de edad, sino que también procreó con ellas 5 hijos, sometiéndolas a palizas y maltratos, hasta el extremo de provocar la muerte de una de las menores junto con su hija.


La historia

Jorge Antonio Iniestra Salas, un taxista que aseguraba que el dinero que ganaba como chofer ya no era suficiente para subsistir, lo que le llevó a trabajar también como guardia de seguridad en una mueblería, lugar en el que conoció a Clara Tapia Herrera, con quien sostuvo una relación sentimental.

Tiempo después la pareja decidió que era momento de hacer más formal la relación, por lo que, en enero de 2005 comenzaron a vivir juntos, mudándose Jorge con la mujer que laboraba como intendente y vivía en la conserjería de la primaria Manuel C. Tello.

Clara tenía tres hijos, Gabriela, Rebeca y Ricardo, las dos primeras eran unas adolescentes que no llegaban aún a los 15 años. La pareja deseaba tener más hijos pronto.

Conforme pasaban los días, Jorge Antonio dejaba entrever un comportamiento de desasosiego. De entrada, propuso a su mujer que sería él quien se encargaría del control de las finanzas de la familia, debido a supuestos conocimientos de contabilidad.

Otro factor que favoreció la confianza de Clara y sus hijos fue que Jorge los trataba como el padre que nunca tuvieron, además de portarse detallista y cariñoso.

No obstante, el gusto les duraría poco pues al paso de los meses, Iniestra comenzaba a mostrar su lado más violento y las agresiones verbales se volvían cada vez más frecuentes.

El 25 de marzo de 2005, Clara descubrió a su pareja abusando sexualmente de Rebeca, mientras que al otro lado de la habitación Gabriela estaba sollozando. Ante tal escena Clara quedó paralizada por el miedo y optó por callar y no hacer nada.

Lo que provocó que Jorge no solo siguiera abusando de las niñas, también las privara de su libertad.

Día a día dentro de un cuarto, interactuaban una con otra para satisfacer al sujeto que meses atrás consideraron un padre. Los abusos a las menores trajeron como resultado, el nacimiento de cinco bebés.

Fuera de la vivienda, nadie imaginaba la pesadilla que se vivía dentro, pues Jorge Antonio argumentaba miles de pretextos para justificar el porqué las hijas de su mujer ya no se veían por las calles, mientras que Clara, quien jamás estuvo de acuerdo con las acciones de su pareja, seguía callando y cediendo a lo que él ordenara.


Se rompe el silencio

Mediante engaños y amenazas, Jorge seducía a las hermanas y a su madre a participar en los subsecuentes actos sexuales que servían para satisfacer sus fantasías, obligando al pequeño Ricardo a observar todo; mientras sus hermanas sufrían por el cautiverio, el menor fue forzado a trabajar recolectando cartón y vendiendo chicles, entregando a Iniestra, todo el dinero que juntaba.

Ricardo era severamente castigado al final del día, además de vivir en un tinaco con plásticos y cobijas, pues no se le permitía entrar a la vivienda a menos que Jorge lo hiciera pasar.

Por supuesto que las sospechas de los padres de familia, alumnos y personal del plantel no se hicieron esperar, lo que llevó a notificar a las autoridades correspondientes, sin recibir respuesta y de nuevo el crimen quedaba impune.

Jorge, Clara y sus hijos dejaron las instalaciones del colegio y se mudaron a la casa de la madre de este, dentro de la misma delegación, una vez establecidos en un nuevo espacio, Jorge apartó a Clara de sus hijas, haciendo que la pesadilla se prolongara hasta por cinco años.

Una tarde, Rebeca vio una oportunidad de escapar al ver una ventana abierta, aprovechó para asomarse y pedir ayuda, pero la suerte no duraría mucho, Jorge logró ver su acción y al sentirse desafiado por la joven, la golpeó con un tubo en la cabeza hasta dejarla sin vida.

Tratando en vano de revivirla, en su desesperación le colocó en el pecho a Ashley tres meses, hija de Rebeca, pero la bebé murió asfixiada. Ante un doble deceso, Jorge enterró los dos cuerpos debajo de la cama donde dormían Gabriela y los otros menores de edad.

Pronto un insoportable olor a fétido haría que entre Iniestra y su hermano sacaran los cadáveres, para luego arrojarlos sobre la carretera México- Puebla.

Fue hasta el año 2011 cuando Clara por fin se decidió a denunciar a Jorge por violencia intrafamiliar, esta denuncia sería el principio de una exhaustiva investigación al no conocer el paradero de Rebeca y su hija.

Dentro de las investigaciones se descubrió que la madre de Jorge y sus hermanos fueron sus cómplices, por supuesto Clara también fue detenida.

Jorge Antonio Iniestra Salas fue condenado a 241 años de prisión, siendo acusado de secuestro, violencia intrafamiliar, explotación laboral y corrupción de menores.


¿Cómplice o víctima?

Clara es originaria del municipio de Chiautla, Puebla. Creciendo en una familia humilde con una infancia triste, llena de violencia que le persiguió hasta la adolescencia y llegando al grado de considerar normales los abusos sexuales.

Estudió enfermería, carrera que dejó inconclusa por una relación sentimental fallida que la hizo salir de su objetivo, debido a que pronto nacería su primer bebé, Gabriela.

Posteriormente de una nueva relación, nacieron Rebeca y Ricardo, sin embargo; otra vez se quedaría sola y ahora con tres hijos, hasta que conoció a Jorge Antonio Iniestra.

Durante tres años, Clara fue acusada por autoridades y medios de comunicación como una mala madre que no fue capaz de proteger a sus hijos del infierno que vivían.

El 03 de octubre de 2014, un fallo judicial determinó que al igual que sus hijos ella solo fue víctima de violencia.


¿Enfermo mental?

Cuando el ya apodado “monstruo de Iztapalapa” fue presentado ante los medios de comunicación, solo se burló. Mostraba expresiones de alegría, desdén y satisfacción por una hazaña bien lograda, al estar frente a los reflectores. Luego en tono retador dijo “no podría considerarme loco. Cínico a lo mejor sí”.

No se necesitan características extraordinarias para ser un monstruo, la infamia, la traición, la insensibilidad, la imprudencia, los asesinatos, los abusos y los robos, se han convertido en nuestro pan de cada día; estas y miles de comportamientos más nos hacen pensar que hay que tener más miedo de un humano que de un ser ficticio.

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