Gordofobia, otra forma de discriminación
“Adelgaza, es por tu salud”; “delgadita te verías más bonita”; “nadie te va a querer gordo”; “otro bocado y sales rodando”; “ropa negra para que se me vea menos panza”; “con lo bella que eres, ¿vas a comerte eso?”.
¿Cuántas veces has escuchado estas frases?

Actualmente una de las discriminaciones aceptadas y normalizadas por la sociedad es el rechazo a las personas con cuerpos grandes, que resulta de la connotación negativa que se le ha dado al adjetivo “gordo”.
De acuerdo Ana Celia Chapa, profesora e investigadora de psicología en la UNAM, GORDOFOBIA se define como aquellos estereotipos sociales, negativos y prejuicios hacia personas con sobrepeso que puede ir acompañadas de distintos tipos de violencia: física, psicológica, económica e incluso ambiental.
La última Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) asegura que el 27.6% de la población de 18 o más años declaró haber sido discriminada, los motivos principales: el sobrepeso (10.7%), la forma de vestir (9.7%), el color de piel (5.6%), la edad (5.2%) y su imagen (5.2%).
Respecto al peso, Ana asegura que un cuerpo grande era más valorado en los tiempos de posguerra o en otras culturas, que actualmente. Pues muchas personas han dado más valor a cuerpos delgados, haciéndolos ver como una “belleza única y natural”, y como contraparte la gordura se relaciona con fealdad.

El estigma que viven las personas con sobrepeso no sólo se relaciona con una talla, peso o dimensión corporal, sino de profundas implicaciones que tiene que ver con construcciones sociales.
Por ejemplo, los valores morales que se le dan a una persona gorda son: falta de autocontrol, indisciplina, flojera, pasividad, nada saludable o inseguridad.
Pretender que todas las personas tengan un único patrón de belleza es una aspiración arbitraria, imposible y violenta, y genera malestar y sufrimiento.
Todos los discursos sobre el tema ridiculizan los cuerpos gordos con el pretexto de “abogar” por una buena salud, se normalizaron y se volvieron parte de nuestro lenguaje.
“Ese supuesto interés por la salud no es más que discriminación y gordofobia. La salud no puede ser más el argumento para justificar. Es cierto que la obesidad puede tener consecuencias no deseadas en la salud de una persona, pero ¿por qué no acusamos a los que promueven hábitos poco saludables, como consumir alcohol, o a los que promueven las bebidas azucaradas, la comida chatarra o a los que incluyen excipientes en los productos ultraprocesados, o a la falta de políticas públicas entorno a estos temas? Es más fácil culpabilizar a la víctima”, dice la enfermera de la Universidad de Caldas, Ángela María Ruiz, especialista en metabolismo y experta en psiconutrición.

Otra consecuencia de este prejuicio es que se justifica el aspecto físico de una persona con rasgos de su personalidad, conducta o estilo de vida. De acuerdo a Ruiz, es muy grave pensar que la forma del cuerpo delate si una persona es bella, sana, feliz, si tiene una sexualidad plena, si puede o no trabajar, o si gusta o no de esforzarse.
El no aproximarse al modelo de cuerpo flaco, entrenado, joven y deseable también denota una supuesta inferioridad social y económica.
La gordofobia promueve trastornos de salud como la depresión, la anorexia o la bulimia, reproduce estereotipos de género relacionados con la cosificación de las mujeres, la reducción de los cuerpos a objetos de valoración y consumo, y vulnera derechos de las personas.
Es importante mencionar que la aceptación de los cuerpos gordos no significa abogar por la gordura, sino llevarlo a la aceptación del entorno social para rechazar la cultura de sentir rechazo por la apariencia física. Pues es momento dejar de invisibilizarlos y culpabilizarse por el estándar social.
Estas son algunas actitudes gordofobicas que probablemente has hecho consciente o inconscientemente:
Referirte a la gente gorda de forma incorrecta: señalar a tu amigo, familiar o pareja como “gordita”, chubby”, “rellenita”, etcétera, tiene de por medio un mensaje de odio a pesar de que lo señales con “cero afán de ofender”
Destacar su vestimenta: al referirse que con cierta prenda de ropa “se ve más delgado/a”
Prohibir actividades: señalar a su gordura como el principal motivo para excluirla de cualquier tipo de actividad
Confundir obesidad y gordura: este vértice recae, por ejemplo, hacia la respuesta de los doctores que, al atender a una persona gorda, de inmediato les “recetan” una dieta para sentirse saludables
Señalar su alimentación: referirse a qué tipo de comida debería comer una persona gorda
Para entender mejor, Feminista Ilustrada creó estas imágenes:
¿Puedo cambiar? Sí, es cuestión de quererlo y entenderlo.
Asume con consciencia que las personas tenemos un valor más allá de nuestro aspecto físico.
No reduzcas las personas a una parte de su cuerpo.
Respeta las diferencias y la pluralidad de los cuerpos.
Erradica la idea de una meta, estética o física, a la que todos debemos aspirar.
Promueve la inclusión de las personas gordas en la publicidad, espacios de difusión y medios de comunicación.
Evita ser “policía de los cuerpos” dentro del hogar o con tus grupos sociales.
No reproduzcas estereotipos que asocian la gordura con la falta de ejercicio, malnutrición, ausencia de voluntad o enfermedad, o la delgadez con la buena salud.
Asegura una relación respetuosa con tu cuerpo.
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Quererse como eres no está mal, siempre recuerda que tu valor está en lo sentimental y no por cuánto pesas o “necesitas” pesar.
¡Abrazo virtual! <3