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Un año de la kármica muerte de “El D10S”


Diego Armando Maradona

Un 25 de noviembre del 2020 me levanté muy temprano para iniciar mi jornada laboral, en medio de una pandemia todos nos manteníamos en casa, así que sólo bastaba estar frente a la computadora, cubrirse con una manta y beber café hasta que se acabaran las primeras noticias del día.


Todo transcurría tan normal como cualquier otro día de ese caótico año, mientras escuchaba las de ocho –término periodístico para referirse a las noticias más importantes–, pensaba en mi nueva nota para el medio argentino en el cual colaboraba, hasta que aquel nombre me llamó la atención: Diego Armando Maradona.


¿Qué había ocurrido con el 10 argentino ahora? ¿Un nuevo escándalo con su reciente equipo? ¿A quién golpeó? ¿Rompió su racha de estar “limpio”? ¿Otra mujer maltratada?


Nada, sólo un silencio eterno por parte del presentador y después un “ha muerto”.


Sin poder creer lo que se decía, entré a San Google y luego Twitter, ambos confirmaban dicha noticia, todos los trending topic se relacionaban con él y las decenas de mensajes en el grupo con los compañeros de aquel país se habían hecho presentes.


Lo primero que pensé fue “wey, ¿qué maravillas hablarán de él?”, aunque jamás se le desee la muerte a las personas, a Maradona le lloraban como si fuera su íntimo.


Me callé, no tenía por qué compadecerme del hecho, ni darle el más sentido pésame a sus compatriotas, no lo conocía y nunca le ha hecho bien al mundo –a mi parecer–, quizás al futbol sí, pero de resto a NADIE.


Entré a Instagram y Facebook para conocer los comentarios del gremio periodístico, muchas páginas de deportes sacaron notas especiales y rindieron homenaje por lo crack que era en las canchas, pero de 10 publicaciones que leía, al menos 4 habían hecho una verdadera retrospectiva y no olvidaron hablar de él en todas sus facetas.


Ese mismo día se conmemoraba el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y sin dudar tenía mi nueva columna: su karma.


Comencé a redactar lo que enviaría a edición para la próxima semana, dudé mientras estaba frente a la pantalla encontrando las palabras correctas, sabía que esto tenía una repercusión, ¿a quién le gustaría tener en el equipo a quien habla “tan mal” de un ídolo de La Argentina? Pero me importó poco, mi sentido periodístico me había llevado a este gran momento.


Había dos opciones:

1) Perder mi oportunidad de abrirle los ojos a unos cuantos.

2) Jugármela y esperar lo peor: el repudio.


La dos era más probable y como me gusta lo difícil y justo, opté por ella. Al final resultaron tres páginas que se titularían “El otro Diego y su camino al infierno”.

El otro Diego

Pasaron varios días y sucedió como lo había imaginado. Tomé lo bueno de aquel mensaje y aunque me enojé por ello, al final lo acepté.


Odiaba que todo fuera y sea así.


Idolatrar a quien hizo mucho mal, a un Diego que todos preferían olvidar porque no les convenía, porque para todos lo que importaba era el juego, los tres, cuatro o diez goles hechos por él en un solo partido, que fuera el director técnico de un equipo de fuerzas básicas o primera división, que el ser una persona adicta es “normal”, era “parte de”, era “para aguantar”, porque “todos lo hacen”.


Nadie puede negar que fue un gran jugador, pero fuera de las canchas resultaba ser una escoria, y no hace falta ser demasiado inteligente para darse cuenta, si le echamos un vistazo a varias notas sobres sus escándalos y tropiezos, todas apunta a golpes, alcohol, poca o nula paternidad responsable, noviazgos fuera del matrimonio, insultos y demás, no sólo contra su familia, también contra la prensa o quien le “hiciera enojar”.


No publicar mi columna, que dícese es una OPINIÓN PERSONAL, me dolió la censura. ¿Cómo es posible que si no hablas bien de Maradona no procede? ¿Por qué habría que “amar” a un maltratador, cínico e irrespetuoso?


A un año de su muerte, Maradona sigue siendo recordado por muchos como “el mejor hombre”, el “humilde”, el “buen hijo”, el “gran ser humano”, el jugador más grande de todos los tiempos, unos le lloran y otros le rezan.


¿Pero quién le cuestiona?


Hace días leía una nota en un medio de Argentina que decía “El durísimo comentario de Niki Nicole sobre Maradona”, el contenido de ésta relataba como una periodista española preguntaba a la artista sobre su nueva canción “Venganza”, la cual habla sobre la violencia de género, explicó que no lo hacía específicamente porque le haya pasado algo relacionado, sino porque todas las mujeres lo vivimos día a día y los hombres –en especial– siempre lo ven como algo menor.


A su vez, la española le cuestiona el cómo se vive en Argentina la muerte de Diego, sobre todo por su vinculación con algunas acusaciones de violencia de género, pues asegura que parecería que en aquel país se ha olvidado de abordar dicha situación, Niki coincidió y respondió: "Yo no nací en el tiempo de Diego Maradona y el fútbol no me interesa, pero conozco bastante de su pasado, así que no soy su fan. Mi padre y mi abuelo sí lo son, pero a mí me parece también controvertido el hecho de que se siga a una persona que tiene ese tipo de conducta. ¿Escucharías a un artista que es un maltratador? Yo no".


En lo personal, nunca vi nada mal su comentario, pero es claro que para quienes habitan allá es bastante INCÓMODO.


Los comentarios e insultos hacia la cantante se hicieron muy presentes, ninguno tenía una razón de ser, simplemente defender lo indefendible, tratar de justificar las acciones del exfutbolista de la albiceleste, que aún estando en descanso eterno, nadie olvida cada una de las cosas que hizo.


El pasado 25 de noviembre, las calles de Buenos Aires y otros lugares de Argentina fueron rebozados con imágenes de Diego, algunos hicieron fiestas, otros volvieron a llorar y muchos seguimos tratando de abrir los ojos a los demás.


Sé que es difícil, sé que cuesta, pero confío en que va a llegar el día, en que todos van a reconocer que aludir ese tipo de actitudes no llevará a nada bueno, sobre todo en los menores que pueden encontrar en él “un ejemplo a seguir”, aun cuando ya no existe en el plano terrenal.


Como a “El D10S no podían obligarlo a nada”, a varios no pueden obligarnos a sentir compasión, lástima o respeto por él y menos por su partida. El karma existe, es muy cruel y te cobra cuando menos imaginas, y OJO, sé que la muerte de Diego fue por cuestiones de salud, pero tómenlo en cuenta.



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