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Omayra Sánchez

El caso conmovió a Colombia entera, un trágico accidente llevó a la menor a convertirse en lo que todo el mundo hablaba, incluyendo los medios.


La tragedia

Doña María, la madre de Omayra, se fue a Bogotá un 4 de noviembre de 1985 a solucionar un importante asunto, sin embargo en su casa del barrio Santander de Armero se encontraba la niña de 12 años, su padre, su tía y su hermano menor.


A las once y media de la noche del 13 de noviembre de ese mismo año, los cuatro no se habían acostado, porque estaban preocupados con aquella lluvia de arena y ceniza que había estado cayendo desde las cinco de la tarde.


Habían cerrado la puerta cuando sintieron un fuerte ruido y después el caer de las rocas y las aguas que derribaron todo y entraron en forma salvaje.


A partir de ese momento, Omayra quedó atrapada en las aguas, sacudida, moviéndose de un lado a otro y no supo nada más de su hermano, ni de su padre, ni de su tía.



Rescatistas llegaron al lugar, encontrando una escena impactante, la niña con el agua al cuello y con los cuerpos de sus familiares fallecidos debajo de ella.


Pasaron varias horas y llegaron periodistas, fotógrafos y cámaras de televisión que comenzaron a registrar los intentos realizados por los rescatistas para sacarla... Omayra, mientras tanto, mantenía una calma inimaginable: "estoy preocupada, hoy era el examen de matemáticas", expresó.


El barro líquido subía milímetro a milímetro. Ella sorprende con su valentía, no se queja. Cada vez que intentan sacarla, el agua espesa se arremolina sobre ella. Los buzos descienden para intentar ver qué la atrapa y descubren una plancha de concreto sobre sus piernas dobladas.


Agonía en vivo

A pesar de su difícil situación, Omayra se mantuvo positiva. Le insistía a los rescatistas: “Vayan que hay mucha más gente atrapada, yo puedo esperar…”.


Las cámaras de televisión la entrevistaron y con ánimo decía: Mamá si me escuchas, yo creo que sí, reza para que yo pueda caminar y que esta gente me ayude”.


Todo quedó grabado y aquel video le dio la vuelta al mundo conmoviendo a todos de una manera impresionante.



Las acciones de los rescatistas continuaban, incluso entre las posibilidades para rescatarla estaba el amputarle las piernas, pero desistieron por la falta de materiales quirúrgicos y las pocas posibilidades que tendría Omayra de sobrevivir.


De a poco, la difícil posición en la que se encontraba Omayra y la falta de recursos empezaron a tornar imposible cualquier intento.


"Tengo miedo de que el agua suba y me ahogue, porque yo no sé nadar", confesó ella. "Te juramos, Omayra, que vamos a sacarte de aquí", le respondían los rescatistas, sabiendo que su promesa era prácticamente imposible de cumplir.


Omayra no llora, ella pregunta por otros niños; también le canta a un periodista, le pide dulces y una soda. Acepta dar entrevistas. Habla con los medios y se dirige a su madre: “Mami, te quiero mucho… papi, hermano…”.


Tercera noche

Durante la tercera noche Omayra empieza a alucinar, dice que no quiere llegar tarde a la escuela y habla de su examen de matemáticas.


Puede observarse con unas enormes ojeras, la cara hinchada y sus manos blancas, incluso le pide a la gente que la rodea que la dejen descansar un rato.


Un par de horas después, intentaron sacar el agua con una bomba, pero no fue posible, las piernas no pudieron ser liberadas. Los médicos que están a su lado coinciden desgarrados: no tienen con qué amputar, lo más humano es dejarla morir.


A las 10:05 del sábado 16 de noviembre, a casi 60 horas de haber quedado atrapada, Omayra muere.


Quienes están ahí presentes la escuchan decir: Ya el Señor me está esperando”, antes de cerrar los ojos, levanta la cara, mira a los rescatistas y periodistas con sus ojazos y ensaya una valiente sonrisa, luego se suelta y se deja ir.



Fotografía alrededor del mundo

Uno de los fotógrafos que se acercó al lugar fue Frank Fournier, quien retrató a Omayra poco antes de perder la vida, en una conmovedora imagen que dio la vuelta al mundo y le valió el premio World Press Photo, en 1985.


"Ella estaba dentro de un gran charco, atrapada de la cintura hacia abajo por concreto y otros escombros de casas que fueron destruidas. Ya llevaba unos tres días en esa situación, estaba dolorida y muy confundida", recordó el fotógrafo en diálogo con BBC.


"Al tomar su fotografía me sentí totalmente impotente, sin poder alguno de ayudarla. Ella enfrentaba la muerte con coraje y dignidad, sentía que su vida se le iba. Sentí que lo único que podía hacer era informar sobre el coraje y el sufrimiento de la niña, y esperar a que la gente se movilizara", agregó.


La impactante imagen de Fournier se publicó algunos meses después en un medio francés. "La gente me preguntaba '¿Por qué no la ayudaste?', '¿Por qué no la sacaron de allí?'. Pero era imposible", recordó el fotógrafo.


Más sobre el caso…

***


¿Habías escuchado de este caso? ¿Qué piensas sobre la foto?



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