¿Por qué procrastino?
Llevo un tiempo queriendo comenzar este artículo, lo tengo en mente todos los días desde que decidí el tema, pero no lo escribo, tengo la información y el tiempo, pero lo pospongo una y otra vez hasta que siento la suficiente presión de que se publicará pronto.
Bueno, el posponer o retrasar actividades normalmente sustituidas por otras que ofrecen gratificación instantánea se llama procrastinación.

Procrastinar siempre me ha causado un conflicto, y creo que muchos han estado en esta situación. No solo en las cosas que se deben hacer por responsabilidad, sino también en las cosas y proyectos deseados.
Se puede procrastinar por horas, días o meses y hay muchas formas de hacerlo, limpiando antes de trabajar, durmiendo, al hacer tareas de menor importancia, desviando tu atención, comiendo snacks, jugando videojuegos, viendo otro capítulo de tu serie o posponiendo hasta que sea tan tarde que no puedas empezar hoy, pero mañana si o al menos eso te dices a ti mismo.
De acuerdo a Procrastination and Science el 95% de la población ocasionalmente procrastina, mientras que el 5% son procrastinadores crónicos.
Un estudio de la Universidad de Sheiffield menciona que “Cuando estamos de mal humor, queremos sentirnos mejor, pero muchas maneras de sentirse mejor implican complacer nuestros apetitos que generalmente usamos el autocontrol para resistir (por ejemplo, comer alimentos dulces, comprar artículos más allá de nuestros recursos financieros). En términos de procrastinación, el argumento es que las tareas aversivas conducen a la ansiedad y la preocupación, y que la evitación de tareas es una estrategia para evitar este estado de ánimo negativo.”
¿Por qué lo hago?
Tim Urban menciona en su Ted Talk al procrastinador que a pesar de hacer las cosas al último momento, siempre resuelve y entrega en la fecha indicada con bastante éxito.
El procrastinador conoce lo que sería mejor para él y como debería emplear su tiempo, sin embargo, no lo hace, decide distraerse con actividades más sencillas y satisfactorias, que curiosamente tampoco disfruta del todo porque se la pasa pensando en lo que debería estar haciendo, situación que desencadena ansiedad, estrés, culpa e incluso baja autoestima.
Este siempre termina antes del plazo de entrega debido a que entra en un estado de pánico que le motiva a culminar la tarea.
El problema empieza cuando no hay una fecha de entrega, esto sucede con emprendedores, personas autodidactas, artistas que se encargan de la organización y ejecución de sus proyectos. Y puede extenderse el tiempo de procrastinación.
Incluso situaciones que podrían ser sencillas como leer, aprender algo nuevo, escribir o cualquier cosa que requiera mi atención se aplazan porque “no son urgentes” el tiempo se va viendo TikToks, series, o haciendo nada y entre más procrastino, menos capaz de hacer cosas me siento.
Una tarea retrasada se transfiere al yo futuro, quién será él que pagará por esta inacción. Con la idea de que mañana será diferente, priorizamos el estado de ánimo actual por un tiempo indefinido sin darnos cuenta.

Cómo romper el ciclo
Autoconciencia. El estar consciente que se está procrastinando es un paso clave, realizar una encuesta de procrastinación te ayuda a conocer el nivel de procrastinación en el que estás y te da algunos tips basándose en el resultado.
Controla estímulos alrededor de tu área de trabajo. Aleja las cosas que normalmente te distraen de terminar lo que empiezas, si necesitas tomar un descanso, hazlo como una pausa y no el final del trabajo.
Mantente lejos de la gratificación instantánea.
Establece metas y objetivos. Recuerda los beneficios a largo plazo, eso podría acercarte a tu meta y ayudarte a tener más días libres.
Divide tu meta en pequeñas metas alcanzables y medibles. Dividir el trabajo en fragmentos te ayudará a que alcances tus metas debido a que con metas factibles te sentirás motivado de ver avances tangibles.
Crea rutinas. Puedes hacer un horario y seguirlo.
Recompensate. Recuerda que posponer la recompensa fortalece tu voluntad, toma el tiempo para valorar tus avances, recompensate con cosas que te gusten, así puedes disfrutar tus cosas favoritas después.
Cambia las palabras como “debería” y “tengo que” por “quiero” o “planeo” esto reduce la sensación de obligación o atadura a una opción o deseo, lo que te permite realizar la actividad con ligereza.
Recuerda dar pasos pequeños, debes crear una rutina que te sea posible seguir y no abandonar en la primera semana, la constancia es la clave.