Si estás enojado todo el tiempo… debes leer esto

¿Pierdes fácilmente la paciencia? ¿Has roto algún objeto o provocado un accidente por estar enojado? ¿Te has lastimado por “desahogarte”? ¿Has hecho sentir mal a alguien por un ataque de ira?
Si respondiste “sí” al menos a una pregunta, esto te puede interesar.
El enojo es un sentimiento desagradable que todos experimentamos cuando nos sentimos amenazados, o contrariados.
A veces se justifica como una forma de defensa para confrontar a personas, problemas o situaciones que pueden parecer injustas o fuera de nuestro agrado, pero no significa que sea aceptable.
Clasificación:
Externas. Son las relacionadas con situaciones que ocurren a nuestro alrededor, como una falta de respeto, un mal entendido, indignación con otras personas o errores.
Internas. Son las que experimentamos dentro de nosotros mismos, como problemas personales, ansiedad, situaciones del pasado sin resolver, recuerdos desagradables, estrés y traumas.
De acuerdo con la psicología, el enojo puede manifestarse con varios niveles de intensidad, dependiendo de la gravedad de los motivos que lo desaten.
El enojo puede expresarse con una amonestación verbal leve o con una furia inusitada, misma que podría ser peligrosa si quien la padece no sabe cómo manejarla.
Tipos de enojo
El enojo es parte de nuestra vida, se manifiesta de diferente forma en cada persona y cada persona lo canaliza a su manera, causando un desequilibrio en nuestra persona. Por lo tanto, es importante saber reconocer el tipo de enojo que padecemos.

Enojo interno. También conocido como enojo reprimido, ya que la persona no lo manifiesta abiertamente, es común en gente que no sabe cómo expresar sus emociones, ya se por eventos traumáticos o porque no lo saben identificar.
Este tipo de enojo es considerado el más peligroso porque quienes lo padecen terminan sufriendo desde dolores de cabeza, hasta trombosis de la coronaria.
Enojo por necesidad. Se manifiesta cuando una necesidad se ve frustrada, como la falta de aire, agua, alimentos o amor, este tipo de enojo es momentáneo y se termina cuando la necesidad es satisfecha.
Enojo externo espontáneo. Es un enojo natural y sirve para la supervivencia, cuando somos dañados respondemos al ataque, nos pone en acción y nos llena de adrenalina. Siempre hay un motivo en concreto y dura poco tiempo.
Trastorno explosivo intermitente. Son episodios de ira donde se pierde el control de los impulsos. Duran poco tiempo y reaparecen de forma regular. Habitualmente se siente culpa después de estas explosiones, así como arrepentimiento y confusión.
La mayoría de las personas que lo padecen son hombres y provienen de familias en las cuales la violencia era muy común para relacionarse.
Consecuencias del enojo
Citando a Newton: “toda acción tiene una reacción”, por lo tanto, enojarnos nos puede traer problemas, veamos cuales son los efectos del enojo en nuestra salud:
Arritmias. Son provocadas por el estrés físico y mental que producen los enojos, debido a la ansiedad que se desencadena.
Daños hepáticos. La ira puede provocar más secreción de bilis de lo que debería en condiciones normales. Esta sustancia se expulsa a través de la vesícula biliar, pero tiende a haber una resistencia ante cantidades excesivas.
Dolores musculares. Al enojarnos, el cuerpo segrega una hormona llamada adrenalina. Esto nos puede causar dolores o contracturas en los músculos, incluso dolores de cabeza. Los hombros, la espalda y la nuca, se llevan la peor parte ya que cargan con todo el peso de la tensión.
Problemas estomacales. A causa del estrés, se podría desencadenar el síndrome del colon irritable, lo que conlleva a otros problemas como colitis y diarrea.
Dermatitis. Al igual que los casos de tensión, estrés, nerviosismo, ansiedad y miedo, el enojo puede desencadenar problemas en la piel como sarpullido, prurito y comezón, incluso provocar infecciones en heridas.

Algunos consejos
Piensa antes de hablar. Cuando te enojas, es muy fácil decir cosas que después lamentarás. Tómate un momento para ordenar tus pensamientos.
Expresa tu malestar cuando estés calmado. Expresa tus frustraciones en cuanto puedas pensar con claridad, habla de tus preocupaciones y necesidades de forma clara, directa y sin herir a otros.
Haz ejercicio. La actividad física ayuda a reducir el estrés, una buena caminata puede ayudar a canalizar el enojo.
Tómate un descanso. Haz pequeñas pausas durante el día en momentos que consideres desestresantes para que puedas relajarte o tomar un poco de aire.
Identifica posibles soluciones. No pierdas tiempo con tu enojo, mejor esfuérzate por resolver el problema y sé realista en lo que puedes y no puedes controlar.
No culpes a los demás. De verdad, tu enojo no es culpa de nadie, aunque las personas a tu alrededor te provoquen, está en ti la decisión de que te afecte o no, “las mejores peleas son las que logramos evitar”.
No guardes rencor. El perdón es una herramienta poderosa, pero difícil de aplicar, no vale la pena conservar recuerdos que provocan sentimientos negativos, perdona a quienes te hicieron daño y más importante, “perdónate”.
Recurre al humor para liberar tensión. Puedes recurrir al humor como bromas o chistes para ayudarte a enfrentar la situación, te ayudará a ver más rápido el lado positivo. Evita el sarcasmo y la ironía, que podrías herir sentimientos y complicar las cosas.
Practica habilidades de relajación. Ejercicios de respiración, tu música favorita, meditación, imaginar paisajes o escenas relajantes; tomar clases de artes plásticas, artes escénicas o literatura.
Busca ayuda. Si ninguno de los puntos anteriores funciona, entonces es momento de buscar ayuda profesional, desde grupos sociales y religiosos, hasta terapeutas certificados, que te apoyarán para manejar tus emociones.
La ira puede ser tan peligrosa como la depresión, la soledad y el aislamiento, no son opciones, eres responsable de tus decisiones y tus actos, pero recuerda que siempre habrá gente que te pueda brindar ayuda.
¡Cuídate y no dejes que sea tarde!